martes, 8 de septiembre de 2009




OSWALDO REYNOSO. Escritor y maestro universitario: "He pensado mucho en cómo iniciar esta intervención, y creo que lo más justo sería, decir que a mí me hubiera gustado escribir este libro que con extraordinaria elegancia y ternura, con mezcla de dolor y desencanto, desentraña los verdaderos problemas de la educación. Y, digo esto, porque en este libro se conjugan admirablemente dos vocaciones.
Si bien es cierto, el libro está escrito desde el punto de vista del alumno; sin embargo, a través de sus páginas vemos una gran vocación de docencia, y al mismo tiempo, es una prosa admirablemente literaria. Es decir, Guimaray ha unido dos aspectos fundamentales: la docencia y la literatura.
No podríamos hablar de un libro estrictamente de ensayo, él ha escogido la forma literaria de la epístola, la forma que es un poco difícil en el género literario, porque a veces la carta lleva al autor a detenerse en algunos aspectos que solamente le pueden interesar al remitente o al destinatario. Sin embargo, Guimaray da el salto: de la particularidad a la universalidad. Y lo hace, con destreza y convicción, y a pesar de que escribir cartas que puedan tener repercusión acertadas y que puedan ser aceptadas por una gran mayoría de lectores, es muy difícil en lo que se refiere al arte de la literatura.
Me ha agradado también, que haya escogido como epígrafe del libro, una nota de Arthur Schopenhauer, y es conveniente recordar en este momento lo que dijo él. Schopenhauer dijo, que es importante enseñar a leer, pero también es importante enseñar a no leer. Y, yo creo que esto hay que aplicarlo en el Perú.
En este momento, existe el Plan Lector que enseña a los alumnos la comprensión lectora; pero ¿qué decía Schopenhauer? Hay que enseñarles a no leer, a no leer qué: ¡basura!. Ésta es una reflexión al margen del libro, pero que tiene que ver también con el contenido del libro.
Miren ustedes. Saliéndome un poco del tema: vino toda esta campaña de comprensión lectora, y se pidió que la gente depositara libros en una especie de canastas especiales ubicadas en la puerta de los supermercados para que contribuyeran al Plan Lector en el Perú. Y, en un Metro que está cerca de mi casa, yo me pasé una tarde examinando los libros que la gente ponía ahí para que fueran entregados a las escuelas. La mayoría de los libros que estaban ahí, eran basura. Y, esos libros se iban a repartir en todas las escuelas del Perú. Por eso me agrada que para el epígrafe se haya recurrido a Schopenhauer.
La otra impresión que me ha causado el libro, es también recordar lo que dijo Goethe, cuando a la edad de seis o siete años, el padre lo llevó al colegio, y Goethe dijo: 'en estos momentos termina mi formación natural'. Porque efectivamente, no sólo ahora, sino durante muchas etapas, la escuela no ha sido un centro de formación, por el contrario, en muchos casos la escuela ha deformado, y porque precisamente en este libro, Guimaray señala los defectos de esta educación que no forma, sino, deforma.
Antes de ocuparme de una serie de problemas de los colegios que se presentan en esta obra, quisiera resaltar el valor literario del libro.
Cuando tuve contacto con este libro, casi no lo leo, porque ya me aburre esos libros que hablan sobre educación. Todo es teoría, todos son elucubraciones que no vienen al caso en un país como el nuestro. Pero cuando leí la primera página, vi que era un libro distinto, que unía admirablemente el estilo literario con una crítica de la educación peruana, entonces, no dejé de leerlo.
Les voy a leer tan sólo el primer párrafo de este libro, para que ustedes puedan apreciar y gozar de una prosa muy bien estructurada. De una prosa que no aburre, sino que atrae. Porque en el fondo, Guimaray es un gran prosista y tiene un excelente estilo.
El libro comienza así: «Licenciada Brígida Saravia. Recordada profesora. Espero que sus zigzagueantes ojos al deslizarse por estas curvadas líneas, enciendan en su memoria el greñudo rostro de quien en molidas estaciones solía sentarse en el sétimo asiento de la segunda fila de vetustos pupitres, lugar donde me imagino que ahora a través del retrovisor del tiempo, me vuelve a divisar con mi raída camisa blanca manchada con tintas de lapicero y mi viejo pantalón de color ceniza, estrujado por los días de la escuela». Sin duda: es una magnífica prosa.
Lo más difícil de una prosa, es el uso del adjetivo. Cuando yo leo un libro de cuentos o algún ensayo, lo primero que tomo en cuenta es, cómo usa el adjetivo, el escritor.
El poeta chileno Vicente Huidobro, en su obra poética dice: 'cuando el adjetivo no da vida, el adjetivo mata'. Y, el maestro de la adjetivación de nuestra prosa, es Valdelomar, y él tuvo la audacia de colocar cuatro adjetivos juntos, dando belleza a la prosa. Y este primer párrafo del libro de Guimaray, está construido con el empleo poético de los adjetivos, lo que nos da una visión exacta, y nos introduce al personaje que escribe las cartas; pero al mismo tiempo, nos da una imagen digamos un poco subterránea de la persona a quien se dirige la epístola. Y eso se conserva con gran acierto a lo largo de todo el libro, haciendo que pueda ser leído y apreciado, no solamente por las personas interesadas en la literatura, ni tan sólo por los profesores o por los que estudian el problema educativo en el Perú, sino, estoy totalmente seguro que este libro va a atraer la atención de todo tipo de lectores, por la forma literaria en que presenta los problemas actuales de la educación peruana, y por enfocarlos muy bien, con gran sentido y elegancia.
Este libro señala los problemas de la educación peruana, no solamente con un estilo literario, sino con elegancia, con cierto pudor, con respeto al lector, y respeto también al sistema educativo.
Si bien es cierto que su crítica es fuerte, sin embargo, de tras de esas palabras, hay un gran respeto por la cultura, y eso es lo que nosotros debemos destacar en este libro.
A mí me agradaría que escribiera un segundo tomo, porque los temas que aborda son: la socialización, los útiles, los uniformes, las cuotas, el control, las clases, los exámenes, el comité de aula, las fechas cívicas, el patriotismo, el folclor, el idioma, el día del maestro, el curso de religión y la tendencia política del profesor.
Yo creo que hay más temas, como por ejemplo esos concursos de declamación donde a los pobres niños les obligan a no apreciar la poesía, sino a gritarla. A mí me han invitado varias veces como jurado a colegios para esos concursos de declamación, y allí, de pronto, sale un niño con un pañuelo: llora, se tira al suelo, grita; y a ése, le dan el premio. O sino, sale una muchachita despeinada, sin zapatos, con vestido negro que le llega a los talones. Ella, corre como una loca por todo el escenario gritando: 'Pues yo, pues ven, yo necesito decirte que te quiero, que te quiero decirte que te amo con todo el corazón', y saca el pañuelo y se limpia las lágrimas falsas. Y, los profesores creen que eso es incentivar el gusto por la poesía.
Yo creo que este libro necesita urgentemente otro tomo, con el mismo estilo, y que enfoque los otros problemas de la educación actual en el Perú.
Cuando he leído este libro, he recordado mi triste infancia en el colegio donde me eduqué. Yo tuve la desgracia de ir a un colegio de unos hermanos llegados de España franquista. En cada aula había un retrato de Franco. Al entrar al colegio nos enseñaban a hacer el saludo fascista, y cantábamos de cara al sol, y nos hacían usar las cristinas fascistas.
Bueno, después de muchos años me he encontrado con muchos compañeros, casi todos son ateos. Precisamente de esas aulas de La Salle de Arequipa salió Abimael Guzmán. Es decir cuando consideraban lo contrario. Pero menos mal, que ahora las cosas están cambiando, y están cambiando para bien, porque hay algunos colegios de madres y religiosas que me invitan para que hable con los alumnos, precisamente sobre mi libro: En octubre no hay milagros.
Entonces, el libro que aparentemente resulta irrespetuoso frente a una fiesta religiosa, se está leyendo ahora en colegios religiosos, y eso me parece un gran avance.
Para terminar, quiero felicitar a Joan Guimaray por habernos dado el privilegio de leer este libro, y sería conveniente que en forma gratuita, esta obra se repartiera a todos los profesores, para que lean en este libro, ese retrato tan horrible de la educación peruana".
OSWALDO REYNOSO
Escritor y maestro universitario




Me resulta sumamente cercano todo lo que el autor dice en esta crítica, porque es una crítica la que hace. Es una especie de manifiesto de lo que es actualmente y desgraciadamente, gran parte de la educación peruana.
Dice él, que quiere mirar lo que ha pasado, como una especie de retrovisor. En realidad esta es una carta donde reflexiona sobre lo que fue su itinerario o su período durante seis largos años en que estuvo atento a todo lo que sucedía en la escuela. Y en esa medida, es una reflexión madura, profunda, analítica, y realmente, con un buen manejo literario.
Está escrito en una prosa sumamente vívida y llena de imaginación, y que va pasando revista a todo lo que tiene que ver con la escuela.
Empieza quejándose de la desigualdad con la que a veces los maestros tratan a sus alumnos. El caso de los preferidos Fabio y Wilder, que son en lenguaje escolar: los sobones. Son aquellos que son preferidos del maestro o de la maestra, y que tienen un ámbito de libertad que no tienen los otros para hacer lo que les da la gana. Entran al aula cuando les parece, y los maestros se hacen de la vista gorda de sus defectos.
Dice que estuvo atento los seis largos años de su educación primaria, por eso dice que podría parecer un irreverente atrevimiento el envío de esta carta a su profesora Brígida. Pero aclara diciendo que no se trata de reproches, sino, de invitarla a leer las paradojas y contradicciones de esa educación y en ese peregrinaje por el cual él pasó. De modo que el autor está bien situado, porque reflexiona profundamente sobre la escuela. Revive las reacciones de un estudiante, de un niño, de un adolescente. El análisis lo hace muy riguroso, muy fino, muy cuidadoso, y estoy seguro que la reflexión será muy útil, no sólo para Brígida, sino en general para todos aquellos que educan.
Lo que hay que decir del personaje de la obra, es que es un niño que viene de un hogar pobre como la mayoría de peruanos. Siente gran admiración por sus padres, y tiene la suerte de contar con una muy buena familia.
Cuando llega el momento de matricularlo, no había dinero para la lista de útiles bien engrosado por los maestros para recursearse vendiéndolos. Le dolía enormemente que la familia vendiera el radio y la plancha, para pagar su matrícula. Dice: me sentí culpable... ¡Cuántos niños se sentirán culpables de ver que sus padres renuncian a muchas cosas buenas de la casa, precisamente, para que sus hijos puedan educarse! Es por consiguiente, una impresión fresca, fuerte y muy dolorosa.
Por todos los datos que tenía, él no quería ir a la escuela. En todo caso, ya entró con prevención. Pero a pesar de todo, cree que su carta es un homenaje a la maestra, por la tarea que ha realizado: con sus equivocaciones y con sus contradicciones, pero al fin y al cabo, hizo lo que había entendido que debía hacer.
Quiere manifestar sus razones, sus dudas, sus interrogantes. Quiere compartir con su maestra, algunas confusas escenas de la escuela que no entendía por entonces, pero que ahora, como que lo entiende todo, incluso, es capaz de juzgar con un criterio maduro y con un discernimiento cuidadoso.
Él no ve como los demás la actitud de su maestra a pesar de que a su madre le recomendó para que a él lo enviaran a un psicólogo, por ser un estudiante un poco fuera de serie y un poco original.
Cuántas veces habré visto yo este problema, en escuelas públicas y privadas. Cuando el maestro ya no tiene recursos, piensa que el chico está medio zafado de la cabeza, y que es más bien materia de un psicólogo y no de un educador.
Él se queja de este recurso fácil. Piensa que las cosas no son así. Sabe él que no es ningún loco, sino sencillamente, alguien que tiene un espíritu libre.
De su maestra, dice que nunca quiso escucharlo. ¡Qué terrible es esto! Un maestro que no escucha, que solamente habla, que solamente dicta clases como solemos decir. A mí me escarapela: 'dicta clases'. Bueno. Tenía dice, la empecinada idea de que todos fueran iguales. Eso es también, típico del maestro tradicional: todos son iguales, todos forman parte de este grupo; por consiguiente, no le agrada que nadie destaque demasiado, sino que se mantenga dentro de esa igualdad, con pensamientos uniformes. Estos son los aspectos que hundían o bloqueaban la individualidad.
Con respecto a los útiles, como ustedes saben, se refiere a la venta de útiles. Insinúa la corrupción en la compra de los uniformes. Ahí hay una tajada que se lleva el director de la escuela. En esa venta que ciertamente es onerosa para los padres de familia. Sin embargo, también había maestros honrados que él admiraba. Por ejemplo, como Eustaquio y Daniela. Pero, ¿cuál es la característica de estos profesores buenos? Enseñan con su vida y sus acciones. Hay coherencia entre lo que anuncian y predican, con lo que hacen.
Veo que a él le marcó mucho su hogar. Aprendió mucho más de su hogar que de lo que le enseñó la escuela. Y, menciona mucho a su famoso tío Sergio Renato, a quien él admira porque es un hombre libre, y este tío es quien lo ayuda a él a entender y a soportar muchas de las cosas de las que ocurrían en la escuela.
Detesta los uniformes porque le parece que es adocenar. Critica a la moda y la esclavitud de la moda, porque resulta que la moda es una especie de esclavitud, porque en el fondo termina siendo uniforme, por consiguiente, no existe la originalidad que él espera.
Llega un momento en que se dice: ¡cuándo me iré de aquí!. Luego, añade: me iré como un esclavo liberado, así en la vida aprenderé lo que la escuela no me enseñó. ¡Qué tremendo ah! Son palabras bien graves. Este malestar y esta disconformidad es lo que al final ha dado origen a este libro.
Analiza el caso de un niño pobre: Lorenzo, quien no podía comprar doble uniforme. Es curioso esta especie de rutina tan irrespetuosa, que no hace justicia a la situación de las personas. Y a él le duele todo esto, por eso cuestiona con razones evidentes.
Entonces, es un interesante alegato de alguien que conoce y sabe de la escuela y que con mucha madurez y rigor analiza los amarres, los nudos que tiene la escuela. Incluso, habla de la APAFA. Cómo los padres también entran en convivencia con el director para sacar lo que quieren, imponiendo cuotas a todos.
Al hablar de los exámenes, dice como que han sido ideados para someterles, intimidarles y cortarles la libertad de decir lo que les parece. Dice también, que el comité de aula no sirve para nada. Las fechas cívicas son un adoctrinamiento de falso patriotismo con desfiles, bailes folclóricos y llenos de formalismos. Dice, que no es tiempo de hacer ese tipo de cosas.
En cuanto al curso de Religión, él tuvo la mala suerte de que le tocara, una monjita que presentaba la religión de una manera totalmente adoctrinadora. A esta religiosa le faltó alguien que le ayudara a entender, que dentro de los valores que se ofrecen heterogéneamente en la escuela, hay que llegar a la autonomía de quien escoge, y dentro de esos valores está también el valor religioso, qué duda cabe.
También, hay un elocuente discurso sobre el aborto, creo que ahí cabría matizar un aspecto tan delicado y tan fuerte para la cultura peruana.
Terminando, yo diría lo siguiente: el perfil del personaje de la obra, es original, es libre, es crítico, es inconforme. Sobre todo, es auténtico, pero que no encuentra en la escuela a alguien que le ayude a desarrollar esa autenticidad, sino todo lo contrario: a uniformarlo, someterlo, adoctrinarlo y a tenerlo encasillado.
Por cierto la escuela que Jano conoce, es una escuela autoritaria, una escuela rutinaria, sin espacio para las diferencias, el diálogo, la discrepancia, para la originalidad, y además una escuela mecanizada que no estimula la libertad. Entonces, todos estos interesantes temas, unido a un estilo literario muy agradable para una narración muy bien llevada, hace que la lectura de este libro Carta a mi maestra sea fácil; por tanto, debiera de ser incluido en el Plan Lector como un libro de lectura obligatoria.
Finalmente, terminaría diciendo lo último que se me ocurre: el proyecto educativo nacional que ya se ha convertido en política de Estado, pone mucho énfasis en la escuela. Si todo cambia pero no cambia la escuela, no cambia nada. Hasta que no se llegue al aula y al maestro, nos quedamos en teorías, y políticas gaseosas. Sólo podremos medir el impacto de nuevas ideas, de nuevos principios, de un plan diferente, cuando veamos que eso se traduce en mejores aprendizajes en la escuela, en una educación auténticamente liberadora que es lo que necesita nuestro país.
R. P. RICARDO MORALES
Ex presidente del Consejo Nacional de Educación



En primer lugar, quiero agradecer al autor, por invitarme a conocer su obra y dar una apreciación sobre ella.
Realmente, la lectura de esta obra a mí me ha producido un gran impacto. Son doce capítulos escritos en un estilo muy riguroso, muy tierno, pero a la vez, muy fuerte y directa. Es un cuestionamiento a todo el sistema educativo y al rol del maestro.
En cada capítulo, se presentan casos y situaciones que están cargados de emoción y que tienen mucho significado y mucho sentido. Se trata de la percepción de un jovencito de 13 años, quien como alumno manifiesta: malestar, rechazo, resentimiento, e incluso, llega a sentir una especie de fobia hacia la escuela.
La obra, presenta diversas situaciones muy cotidianas que son propias de la vida escolar, como: las dificultades en la socialización del alumno; la inmensa lista de útiles escolares que se suele pedir al inicio del año escolar; la marginación y la exclusión; el control del comportamiento; los exámenes memorísticos; las acciones disciplinarias, mecánicas, rutinarias y triviales con la que pretenden desarrollar el patriotismo, el civismo, la moral, la religión, entre otros temas.
Todos estos asuntos han sido tratados de una manera tierna, pero a la vez muy cruda; incluso muy enérgica, impactante y punzante que es difícil no tener una reacción frente a toda esta problemática educativa que se presenta.
En la escuela, la maestra es percibida como una persona: fría, distante, contradictoria, ajena, aplastante, e incluso, cruel.
Esta forma de decir casi con precisión, hace que yo pueda apreciar el valor del libro, porque de alguna manera, no solamente nos hace un llamado de atención con su manera de protestar contra una escuela que es alienante y que anula la personalidad del alumno, sino, porque a la vez invita a la reflexión y a la reacción para tomar medidas inmediatas.
Efectivamente, ésta es una obra que lleva a preguntarse, ¿qué finalidad tiene la educación? Y, si es así como se presenta en esta obra, ¿para qué existe la escuela?, ¿cuál es la función que tiene el maestro? ¿cómo debe ser el maestro en una nueva escuela?
Pero ya no se trata de ensayar algunos conceptos o dar algunas definiciones. No se trata de teorizar, sino más bien, lo que se pretende es de puntualizar, cómo debe ese concepto de una nueva escuela de un nuevo docente llevarse al comportamiento en el aula.
También, se trata de responder, cómo debe ser la relación del maestro con el alumno. No se trata pues de programar clases, de establecer objetivos o competencias o capacidades o de aplicar las técnicas más adecuadas para lograr un aprendizaje, sino que acá, se trata de tentar una nueva forma de acercarse al alumno real y concreto que tiene muchas vivencias y muchos problemas y que están fuera del aula, pero que sin duda, las lleva al aula. Se trata de aprender a escucharlo, de saber el lenguaje que permita la comunicación, de inspirar confianza, como dice Joan: iluminar el alma y despertar el entusiasmo dormido en los niños; y cómo hacer que el alumno vaya más allá de la respuesta memorística y mecánica que masifica, que adormece, que aletarga la inteligencia y el pensamiento.
Pero, ¿cómo lograr la motivación de los alumnos por aprender, si hay desaliento en los mismos docentes?, ¿cómo superar el pobre perfil que muestran nuestros maestros y que todos sabemos? Es raro que una empresa que requiere destreza de alto nivel, imponga sólo la gestión del rendimiento, cuando debiera de abogar por la creatividad y la innovación.
También tenemos que pensar más allá de ese producto, y no sólo debemos de basarnos y centrarnos en el rendimiento, sino también, pensar en el desarrollo de la creatividad y la innovación en los alumnos.
Si queremos formar alumnos con cualidades creativas y con espíritu innovador; entonces, primero los maestros deben de serlo.
Es necesario recuperar los objetos de la educación, a los actores esenciales, como la figura del maestro y su importancia en el sistema educativo. El maestro recupere su pasión por aprender, descubrir la verdad, la belleza que se manifiesta en las ciencias y en todas las expresiones creativas del ser humano, porque sólo así, podrá contagiar a sus alumnos de esa búsqueda por la verdad en la educación.
Esta pasión es la que permite crear cosas nuevas, y es la única forma de evitar a ser sólo un técnico y manipulador de conceptos.
Esta obra enseña a desarrollar la autenticidad, pero para desarrollar la autenticidad en los alumnos, hay que ser auténticos. Se trata de desarrollar al sujeto, al ser humano, pero para ello, hay que ser humano, se trata de desarrollar la conciencia, pero para ello hay que ser conscientes. Pues se requiere de docentes con criterio, con personalidad, con autoridad, con sabiduría, con ética, con honestidad, con principios claros que se manifieste en los hechos, comprendiendo que el objetivo de la educación y de la vida misma, es: la felicidad, el bienestar de cada uno y de cada sujeto de la educación.
En síntesis, en esta obra, Guimaray propone recuperar la figura del maestro y de una educación de la razón y por la razón, con amor y con sentimiento, cuyo producto sea un sujeto vivo, auténtico, decidido, valiente, que sepa defender lo que cree. Sólo así, la escuela volverá a tener el encanto y la magia que atrapa a los alumnos, y será el lugar donde los maestros son magos que todos admiran. Pero no como el que tiene las respuestas, sino más bien, como el que presenta las posibilidades y caminos que puedan ayudar a encontrar las respuestas, mediante la razón y la persuasión, y donde cada uno de sus miembros de la escuela, se sienta actor de su propia vida y de su propio futuro.
El maestro que nos plantea Joan, debe superar esta crisis desprofesionalizante para enfrentar el cambio aplicando la innovación. Debe enfrentar la inevitable decadencia de sus rutinas, para afrontar las causas, hacerlas implícitas, cuestionarlas y desafiarlas.
Este difícil desafío, requiere de apoyo y de colaboradores que ayuden a fortalecer la responsabilidad, la confianza y el compromiso del maestro con su propio aprendizaje, porque es la mejor manera de contribuir al desarrollo de estas cualidades con sus alumnos. Pero el maestro necesita apoyo, necesita personas comprometidas en su proceso de profesionalización, sólo de esta manera él puede desarrollar la mente de los niños y jóvenes.
Creo que la obra de Joan, invita a una reflexión, pero también a decisiones. Es necesario que todos nos comprometamos con el cambio en la educación. Todos nos comprometamos en mejorar la escuela y apoyar al maestro para que pueda cumplir su función.
Este esfuerzo de Joan de presentar de manera tan cruda una realidad que se vive en los centros educativos, es importante, porque nos ayuda a tomar conciencia de una problemática que no se encuentra en los libros, ni está presente en los debates. Es un tema que nos compromete a todos y que no podemos eludir.
DRA. CARMEN ROSA COLOMA
Pontificia Universidad Católica del Perú


Guimaray utiliza el pretexto del envío de diferentes cartas —a la que en teoría o en ensueños o en la realidad fue o pudo ser su maestra de primaria—, para denunciar y reflexionar sobre el sistema educativo en el país.
El pretexto es válido y agiliza la lectura. En este andar y contar, Guimaray no solamente nos permite adentrarnos en el aula de clase y escudriñar el pensamiento de los alumnos y de la maestra Brígida, sino que también nos lleva a conocer a las familias y los diferentes entornos socio políticos, religiosos y culturales.
El libro está dividido en 12 capítulos. Por efectos didácticos aparentemente tratan temas específicos. Si observamos un poco, nos damos cuenta que estos temas no están aislados. Se entrecruzan constantemente para demostrar que el problema educativo no está reducido a la mala enseñanza, a la falta de locales, a la incapacidad del maestro, sino que va más allá. Implica la intolerancia, la imposición de valores, la falta de respeto a los derechos humanos y los derechos del niño, y sobre todo, la ubicación del problema educativo y su relación con los problemas nacionales como la falta de empleo, la falta de alimentación, la falta de salud, la pobreza y la miseria.
Guimaray reflexiona


Al analizar Carta a mi maestra, quisiera puntualizar en el alegato contra el servilismo, la corrupción, la discriminación, y la falta de capacidad pedagógica.
En el primer capítulo que el autor titula La socialización, Fabio y Wilder son gratificados con prebendas y gollorías por su conducta servil. Brígida les tolera la indisciplina en el aula y los exime de presentar tareas. El autor trata de explicar la conducta de la maestra por una identificación ideológica religiosa: ... Tal vez porque eran hijos de compañeros del partido en el que militaba, o quizá, porque ambos, eran devotos del señor de los milagros... Ante este hecho, Guimaray reflexiona, y nos hace ver las consecuencias de la errática conducta de la pedagoga. Aparentemente los aduladores y serviles son premiados y así lo cree ella, pero la realidad es otra, y lo vamos a comprobar con el futuro de Fabio y Wilder. Ambos abandonan la escuela secundaria, uno para dedicarse al trabajo de ayudante de zapatero, y el otro, para integrar una pandilla barrial.
Este mismo tema tratará y pondrá de ejemplo en capítulos como: Las cuotas; El día del maestro; Las tendencias políticas.
Para la maestra, es necesario que el alumno tenga con ella una identificación ideológica, religiosa y partidaria, amén de ser imprescindible la obsecuencia a sus planteamientos.
Conmueve


Una de las partes más conmovedoras del libro y que me ha causado mayor impresión está referido al desengaño y frustración del niño, cuando se entera que sus padres tendrán que vender la única radio que tienen y la plancha de ropa, para poder comprar los útiles escolares que la maestra ha pedido. Ni se diga la indignación que me causó, cuando en el capítulo segundo: Los útiles, nos enteramos que éstos son negociados por la maestra Petra... y los profesores: Montoya, Gastañaduy y otros más.
Esta apropiación ilícita nos muestra el grado de corrupción de los maestros que no deparan en saquear las escasas arcas de los padres de familia, obligándolos a comprar útiles en demasía para venderlos y sacar provecho económico de ellos: ...jamás hice uso de tantas cosas que mamá y mi hermana Raquel llevaron en dos grandes cajas a la escuela. El año escolar lo terminé sólo con las pocas cosas que desde la casa cargaba en mi morral. Seguramente por eso, aun extraño a esas hermosas témperas que mi padre me mostró luego de comprármelas. Todavía sufro por esas maravillosas cajas de pinturas, plastilinas y crayolas que mis manos nunca cogieron...
La ternura fluye


En el capítulo tercero, Los uniformes, me entero del negocio de los profesores con el confeccionista, es decir la dichosa 'coimisión' que el vendedor otorga a la maestra Petra, y que ella comparte con otros profesores por el envío de clientes. ...aquel sobrecito que le entregaba, era parte del dinero que los padres y madres de familia pagaban por demás por los uniformes... Jano continúa diciéndonos: ...pero lo peor que este negocio no sólo existe en la escuela, también impera en el colegio secundario donde ahora estoy.
A estar correctamente uniformados, le llamaban orden y disciplina, pero no sabemos cómo se le llama al dinero que el director o sub director recibe del confeccionista por el envío de clientes. A los alumnos se les castiga por no venir con chompa y no se quiere comprender a Lorenzo, por no tener dos chompas. A los profesores no les importa la situación económica de los alumnos. Para el autor, el sistema es corrupto y no interesa la excelencia educativa. Lo importante es la uniformidad, el orden y la disciplina, y estas tres cosas se reduce a una sola: estar correctamente uniformados.
El sentimiento y la ilusión del niño, son conmovedores. La ternura fluye y uno se identifica con la ilusión de aquella criatura por saber ¿quién será su maestra? ¿Cómo será su escuela? ¿Quiénes serán sus compañeros?
En forma descarnada, Guimaray nos hace ver la pobreza económica de los padres y la miseria moral de la profesora. Lo más triste es, que el niño se siente culpable de la venta de la radio, y no sólo pierde toda la ilusión, sino que rechaza la escuela, a tal extremo de llevar su estado anímico a un sueño tormentoso: ...profesora Brígida Saravia, sepa usted que la primera mañana que mi madre me llevó a la escuela, no fui con el corazón sonriente como siempre había soñado en tardes de sol y en noches estrelleras...
Para terminar el análisis de estos primeros capítulos, hablaremos sobre el tema de socialización. Para esta pedagoga, socializar es pensar igual, sentir igual y comportarse como ella espera.
La maestra pide al niño que se sociabilice, que se junte con otros niños, que sea igual a otros, no puede comprender que él es distinto. Debe haber igualdad en el vestir, en el actuar y en el pensar. No debe haber rasgos de individualidad.
Para la maestra Brígida, Jano es distinto, lo que es sinónimo de traumas y complejos producidos por los pleitos entre sus padres: ...me trataba de mentiroso y me amenazaba con la expulsión, cuando una y otra vez respondía que mis padres no peleaban, y por último, al no poder entenderme recomendó por escrito que me llevaran a un psicólogo... carta que jamás llegó a manos de mi madre, pues decidí romperla, antes de ocasionarle otro gasto más... Tal vez usted no tenía la culpa de lo que creía y decía. Quizá la universidad o la escuela de pedagogía donde se graduó de maestra, la adoctrinó con esos conceptos. Pero como recordará, yo fui uno de esos incomprendidos chicos que por evitar problemas a sus padres, estoicamente resistí la cruel arremetida de sus desatinos...
El personaje del tío Sergio Renato (periodista radial) que aparece en el capítulo tercero, es para mí un alter ego del autor. Renato explica a Jano, los negocios del señor Benjamín Quintana, considerado por los maestros un pro hombre en bien de la educación e identificado totalmente con el sistema educativo.
Don Benjamín vendía a exclusividad los uniformes para 13 colegios, y se preocupaba por el cambio de diseño y de color. Claro que don Benjamín no olvidaba nunca el día del maestro, y era un benefactor, prodigando abundantes regalos y sendos almuerzos. Renato explica a su sobrino, quién es Benjamín y por qué lo aprecian tanto en determinados colegios.
El autor acierta en la utilización de giros literarios empleando tonos melancólicos, por ejemplo en el capítulo cuarto Las cuotas, al referirse al paso de los años y la vida insulsa que la maestra Brígida ha llevado utiliza expresiones como: ...supongo que ha de ser muy triste darse cuenta que la mañana se le fue, sin advertir que la tenue sombra de la tarde comienza a envolverle tan sutilmente...
Pero la corrupción está en todo el sistema. Guimaray también nos llama la atención sobre la asociación de padres de familia, creadas para velar por la buena educación de los niños y apoyar el desarrollo de la escuela. Lamentablemente el autor constata otra realidad. Los representantes de los padres de familia elegidos, terminaban traicionando y aprovechando el cargo para lucrar y hacer buenos negocios. Las cuotas de los padres aportantes por lo general nunca son bien utilizados y el dinero siempre es irrecuperable.
El engranaje de la deshonestidad está enraizado y engarzado con algunos maestros y la dirección del colegio.
El examen


Al analizar el capítulo VI Las clases y los exámenes, nos encontramos con el famoso cero, cero, con el que fue calificado el examen de Jano. ¿Por qué un alumno puede sacar cero, cero? La maestra nunca se lo explicó, pero sí lo abochornó al mofarse de él, delante de todos sus compañeros de aula. Jano explica que sólo siguió sus indicaciones: quien no supiera la primera pregunta, no tenía derecho a responder las siguientes. ¿Qué sistema pedagógico es este que atormenta a los niños y contribuye a la baja de su autoestima?
A través del tío Renato, el autor presenta un tipo de escuela nueva, en la que impera la justicia, y en donde los directores y profesores poseen amplias ideas y diversos conceptos. Sostiene que la capacidad y la voluntad no deben estar desligadas, si una de ellas falta, la escuela deja de ser escuela. Dice que la escuela debe ser capaz de transformar al individuo: ...la escuela es capaz, cuando quienes guían en su camino al educando, no se limitan a señalarle tan sólo un camino por donde ha de transitar en el futuro, sino, cuando con admirable sabiduría le enseña todos los caminos posibles y probables, habidos y por haber, para que sea el propio aprendiz, quien a la luz de su entendimiento, elija el auténtico camino que ha de conducir hacia su destino. Desde luego, el objetivo de la escuela no es aplastar la individualidad, ni uniformar las inteligencias, sino, desarrollar las mentes a través del rigor de la razón y el dominio de la persuasión...
Sistema educativo opresor


En el capítulo VII El comité de aula, nos encontramos ante algo muy común en las escuelas: 'el castigo colectivo'. Injustamente se reprime y macula a todos los alumnos para enfrentarlos con aquel a quien se quiere castigar. Es frecuente escuchar: 'por culpa de fulano o de Jano no se mueve nadie, ahora todos permanecerán de pie o no saldrán al recreo'. En algunas escuelas, se aplican castigos físicos y métodos intimidatorios. A los alumnos no se les permite explicar su conducta. El autor nos señala un hecho ocurrido durante la clase: un profesor cuenta chistes, casi todo el salón lo festeja, pero a Jano no le hace gracia lo que escucha, entonces decide leer un libro. El maestro lo castiga por no secundarlo. Jano trata de defenderse explicándole, pero sólo consigue que el instructor castigue a todo el salón.
Las quejas de los alumnos están prohibidas, y si se realizan, se exponen a la expulsión, como fue el caso de Álvaro Vieira... El autor critica un sistema educativo opresor y no liberador, la falta total de democracia en los colegios, no sólo con los alumnos, sino también con los padres de familia, pues éstos a través de los comités de aula, no defienden a los alumnos por temor a futuras represalias con sus hijos, entonces, avalan las medidas tomadas por ellos.
El amor y otros valoresEn el capítulo VIII Las fiestas cívicas y el patriotismo, pienso que el autor tiene una claridad de ideas al manifestar que el amor y otros valores no se pueden inculcar. Lo que es importante esclarecer es, que sentimientos como el amor a la patria, sí se pueden reforzar. Y la escuela a mi criterio —y tal vez con esto discrepo del autor—, debe bregar para que este refuerzo cale en los escolares. La forma cómo lo haga es otra cosa. Creo que los niños deberían participar activamente, elaborando los programas de celebración, en conformidad con sus edades, y con sus modos de pensar y sentir.
La escuela y la patriaAlgo que me gustaría acotar y pronunciarme al respecto es, sobre la identificación y la simbiosis que hace el autor sobre la patria y la escuela. Me parece que el mimetismo no es correcto. Si bien es cierto la escuela está dando una educación deficiente a los alumnos, también es cierto que ella no obedece a la patria, sino al gobierno de turno que implanta este sistema. Por tanto, es contra estos gobiernos que el autor debe pronunciarse, es contra el sistema impuesto que pretende en el mejor de los casos, sacar seres robóticos y sumisos. Creo que el autor debe diferenciar el concepto de patria con el de régimen político gobernante, a mi criterio se ha confundido los términos.
El folklore y el idioma


En cuanto al capítulo que trata sobre el folklore y el idioma nativo, extrañamente comienza planteándonos el tema del aborto y su posición ante él.
Me parece que este punto no tiene relación con el tema, y así lo indica el mismo autor. Entonces, cabría preguntarse ¿por qué lo incluye? La posición que tiene sobre el aborto es muy personal y no es clara. Comienza condenando el aborto. Diciendo que el aborto provocado es una inmoralidad y un crimen, pero asegura que el crimen y la inmoralidad son infinitamente mayores, cuando los niños no deseados terminan condenados a la eterna pobreza, a la mendicidad cotidiana, a la desnutrición humana, a la drogadicción temprana, al pandillaje perverso, al abandono total y a infinidad de sufrimientos infernales.
Por otro lado, dice que es la mujer la que debe decidir sobre su cuerpo y es ella quien debe de decidir sobre la expulsión del no nacido. La contradicción se agudiza, cuando el tío Renato dice: ...el nuevo ser en formación no tiene conciencia de su existencia, consecuentemente no sabe de sufrimientos ni tiene voluntad propia. Por lo tanto, no puede decidir a favor de sus supuestos defensores, ni en contra de los dueños de cuerpos que desean su expulsión.
Lo curioso de este análisis es, que luego el tío concluye, que si los nuevos seres tuvieran conciencia, escogerían por no nacer. Con el ánimo de fundamentar su posición, opta por el hipotético caso de preguntarle a un ser marginal, debido a la miseria y al abandono si está o no de acuerdo con el haber nacido, el autor piensa que la respuesta es un radical no.
Para concluir este tema, encara a los moralistas diciéndoles que ellos no se ocupan del ser humano. Una vez que nace: no le dan de comer, lo dejan en estado de abandono y miseria.
Personalmente, pienso que el aborto se debe encarar como un problema social y despenalizarlo. Pero, hay que prevenir el aborto, y esto sólo se puede llevar a cabo con intensas campañas de prevención, teniendo en cuenta que es la mujer la que debe decidir sobre su cuerpo y los aspectos socio-culturales y económicos.
En cuanto a que la gente desee realmente no haber nacido, pienso que es una opinión muy personal del tío Renato, pero que valdría la pena hacer un estudio sobre el asunto.
Ya en el tema central del capítulo, pienso que el autor tiene un rechazo al folklore por la forma en que lo obligaron a aprender como parte del curso de arte. No le falta razón cuando dice que el arte es más que el folklore, pero debe observar que el folklore es más que el arte. Es la expresión cultural de los pueblos. Está constituido por una serie de normas, valores, usos y costumbres, y recrea una serie de estados anímicos del ser humano. El folklore es parte de la memoria colectiva, y un pueblo sin memoria no tiene futuro.
Es importante que nosotros conozcamos nuestro pasado para que nuestra autoestima sea elevada. En realidad el folklore no tiene la culpa del mal uso que hacen de él los profesores, si se valen de la danza para no asistir a la escuela y tomar vacaciones, no hay que echarle la culpa al folklore, sino a la calidad profesional y humana del maestro.
Me parece preocupante la posición ideológico-política del autor, que con el pretexto del folklore, nos manifiesta: ...el folklore no es mas que una invisible soga que nos mantiene atados a nuestro pasado y que no nos deja avanzar en el presente, la construcción de nuestro futuro. La escuela ignora su verdadero rol que es el de educar. Esto ocurre porque está atiborrada de gente que vive añorando el pasado y siente una constante nostalgia por las costumbres de sus ancestros... Es necesario escudriñar en el pasado, ver nuestros orígenes y a dónde pertenecemos. Sólo así podremos valorar las acciones de los que nos precedieron. Sacar de ellas lo positivo y lo bueno, y proyectarnos al futuro. Pero, con una identidad, sabiendo quiénes somos, de dónde venimos y qué queremos.
Discrepo totalmente


El autor dice que enseñar folklore no desarrolla la mente. Discrepo totalmente con él. Yo creo que no es un autómata quien estudia y practica el folklore. En nuestro país, hay demasiadas personas dedicadas a la práctica y estudio del folklore, y esto no sólo enriquece al alma, sino que ayuda a conocer y analizar la historia de nuestros pueblos. Claro ejemplo de la importancia del folklore es, que luego de la revolución de Túpac Amaru se prohibió toda manifestación cultural que recordara a nuestros antepasados, y eso fue para que los pueblos no se vuelvan a levantarse contra el opresor y se olviden de su pasado.
Los extirpadores de idolatrías castigaban a los 'Danzac' y llamaban a Taqui Onkoy la enfermedad del baile, pero, se ha puesto a pensar el autor ¿cuándo surgen los danzantes de tijeras y por qué? Es importante anotar que se originan como parte del movimiento de la resistencia a la conquista española, para luchar contra el invasor, y que a través de la danza se transmitían una serie de valores.
El autor confunde


Las pruebas a las que se someten los 'danzac' son parte de la preparación para poder soportar el dolor y la tortura al que eran sometidos por los inquisidores o los extirpadores. Repito. Creo que el autor confunde el folklore con el hecho de que lo hayan obligado a bailar determinadas danzas. Sus profesores fueron muy malos porque sembraron en él la confusión, a tal extremo que hasta hoy, por lo adjetivo, desecha lo sustantivo.
Es lógico que dentro de esta manera de pensar, también rechace el idioma quechua o aymara. Para Jano, estos idiomas son signos de atraso. Dice que no existe poesía ni libros en estas lenguas, pues debo informarle que existen una cantidad inmensa de libros de literatura, historia e incluso en el Internet se puede leer muchísimas páginas en quechua y aymara.
Debo decir que en este capítulo discrepo con los planteamientos ideológicos que el autor tiene en cuanto al folklore y al idioma, este último expresa la forma de pensar y de ser de un pueblo, y no se puede borrar sin atentar contra nuestro ser étnico.
Ojalá se enseñara en los colegios en lengua materna y como segundo idioma el castellano. Parece que el autor desearía borrar de un solo plumazo todos nuestros orígenes, todo nuestro pasado, por considerarlo poco práctico. Bueno, esa es su manera de pensar con la cual personalmente no concuerdo.
El Perú debe ser un país laico


El último tema que trata el libro en los capítulos finales, está referido a la intolerancia. En algunos casos es de tipo político, y en otras, religioso. Creo y concuerdo con el autor, que el Perú debe ser un país laico, para dejar que cada uno profese la religión que le parezca más conveniente. No se debe enseñar en las escuelas el curso de Religión. Tal vez como parte de cultura general se podría introducir, algo así como la historia de las religiones. No se debe enfrentar al alumno llamándolo ateo, comunista o protestante, que en realidad ninguna de estas opciones son malas, sólo que en los colegios se emplean como un medio de insulto y denigración del alumno.
Igualmente, la opción política es muy personal. Nadie puede ser excluido o enfrentado por su militancia partidaria. Creo que en estos temas también se demuestra, no sólo la intolerancia, sino, la falta de nivel pedagógico y de verdadera actitud democrática.
RecomendaciónPor último y para terminar, diré que considero el libro, en términos generales muy positivo, y recomendaría que de ser posible, llegue a la mayor cantidad de profesores como material de discusión, análisis y debate.
PILAR ROCA
Cineasta y maestra






Apreciada Pilar:
No puedo empezar a esbozar estas imbricadas líneas, sin antes agradecerle por su amplio comentario sobre mi modesto trabajo y, consecuentemente sin decirle con absoluta franqueza, mi admiración y respeto por la hidalguía de mujer, de expresar sin eufemismos sus pareceres sobre la obra; ya que sus palabras no significan mas que la singularidad humana: irrepetible, original e inclonable, lo que embellece a la especie tenuemente pensante, a la que pertenecemos usted y yo.
De modo que una vez más, le agradezco por sus amplios comentarios a buena parte de Carta a mi maestra. Sin embargo, debo manifestarle que mi gratitud es mayor y de infinita intensidad por los temas observados o cuestionados por su agudeza, ya que me permiten repensar y ponerlos en revisión. Pero antes, creo que es importante precisarle sobre la nota de cero, cero, que obtuvo en la calificación de examen el niño Jano Pinhero. Pues se trata de un hecho reciente y real. Sucedió hace dos años, en un colegio parroquial del distrito de Independencia. La profesora que viene a ser la autora de la detestable decisión y acción, todavía continúa en el mismo colegio. El indefenso niño de iniciales E.A.C.S. que fue la víctima, fue retirado de ese centro por sus padres para ser matriculado en otro plantel. Sus compañeros de aula, están de promoción el próximo año. ¿Qué le parece, apreciada maestra?


Sobre su primer desacuerdo

eno, ahora sí Pilar, permítame observar sus comentarios y críticas sobre Carta a mi maestra. Como usted recordará, su primer desacuerdo surge del contenido del capítulo VIII referido sobre Las fechas cívicas y el patriotismo. Al respecto, debo manifestarle que el análisis del tema depende del nivel o la ubicación cultural del analista o del comentarista. Desde luego, si una persona está identificada estrictamente con el territorio de la nación donde ha nacido como si antes de nacer hubiese planificado nacer allí, y no tomarlo el lugar de su nacimiento como un asunto indeseado y circunstancial; pues no quepa duda alguna, que jamás dejará de anteponer ese estrecho patriotismo, antes que su gesto de grandeza por toda la humanidad. Pero, si una persona es consciente de que su nacimiento es un asunto circunstancial, verá el patriotismo como algo secundario e incluso hasta desechable, por cuanto su mayor obligación moral y su ineludible deber de especie, siempre será, el de luchar por todo sus congéneres, sin distinción de raza, condición social, credo ni nacionalidad.
Sobre el mismo tema, dice usted Pilar, que los sentimientos como el amor a la patria sí se puede reforzar y que la escuela... debe bregar para que este refuerzo cale en los escolares.
Bueno, aquí debe de plantearse lo siguiente: la patria concebida como tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado el ser humano por vínculos, jurídicos, históricos y afectivos ¿es superior a los intereses de toda la humanidad bajo el cosmos?, o es que la patria es superior a todo el conjunto de la especie humana. Pues, si la patria fuese superior a la humanidad, sería lógico también suponer que es anterior a la humanidad; por tanto, la conclusión sería: la humanidad como la creación de la patria, y no, la patria como creación de la humanidad. Entonces, ¿sobre ese paralogismo la escuela debe de reforzar los sentimientos de los escolares? O sea digo, los escolares que vienen a ser los futuros ciudadanos, ¿deben de amar más a su patria antes que a los seres humanos de cualquier región, de cualquier raza, de cualquier credo, y de cualquier condición? ¿Este tipo de patriotismo sentimental, no es una sutil forma de sub estimación a otro ser ajeno a la patria y una inadvertida manera de misantropía? ¿No es este tipo de patriotismo lo que se viene enseñando desde muchísimos años en Chile, Ecuador, Palestina, Israel y muchos otros países incluido el Perú? ¿No es este tipo de patriotismo el que lleva al egoísmo al ser humano? ¿No es este tipo de patriotismo lo que empequeñece la grandeza humana?
Mire, estimada Pilar: esos sentimientos de amor a la patria, les ha llevado a los chilenos a afirmar que 'el Pisco es chileno'. Esos mismos sentimientos, les hizo creer a los ecuatorianos que Maynas y Cajamarca son parte de su territorio. Por los mismos sentimientos, Palestina e Israel están embarcados en una guerra sin fin. Pues, ese tipo de patriotismo, digo, no debiera enseñarse en la escuela.


Sobre la escuela y la patria
Ahora, con respecto a la escuela y la patria, usted dice que debo diferenciar (término categórico) el concepto de patria con el de régimen político gobernante, y es contra este último lo que debo de pronunciarme (otro término categórico).
Mire usted, Pilar, la verdad es que al leer esta parte de su apreciación que ya no es sólo una observación o sugerencia, sino, un categórico emplazamiento, pues me he llenado de inmensa alegría, e incluso, creo que sin darme cuenta, hasta lo he celebrado; por cuanto todo lo que sostiene con razón o sin ella, es una indeleble evidencia de que somos felizmente distintos y civilizadamente diferentes.
Desde luego, que para mí es un gusto precisar sobre la 'confusión' de los términos entre la escuela y la patria. Ya que, si ha analizado desde un punto de vista literal o epistemológico, pueda que le asista la razón; pero, si lo ve desde la otra óptica que viene a ser su verdadera naturaleza de la obra: literatura; entonces, creo que ha omitido tener presente las licencias literarias. Sin embargo, debo decirle, que aun cuando la escuela tuviera un concepto distinto de la patria, no se olvide que la escuela no es sino la intensión y la extensión de la patria; puesto que aquel que enseña en la escuela o el que representa a la escuela, no es un ciudadano cualquiera o una persona común, sino, es un docente sujeto al sistema del Estado, de ese Estado que se adjudica la propiedad de la patria y que a través de la escuela obliga a los niños a ser patriotas, cómo ser patriotas y qué hacer por la patria, aun cuando estén al borde de la indigencia material y espiritual. Así que, distinguida maestra, espero que la supuesta confusión de términos sobre la escuela y la patria quede aclarado con esta breve explicación.


Pronunciarme sobre gobiernos?
En cuanto a su emplazamiento de pronunciarme en contra de los gobiernos de turno que implantan este sistema de educación, pues déjeme decirle, Pilar, que si hubiera habido en el país por lo menos un régimen que haya intentado implementar una escuela como la que deseo y sueño; entonces, tal vez me pronunciaría nombre por nombre contra los regímenes que rechazaron o rechazan un nuevo tipo de sistema educativo, pero como en el país nunca ha habido un régimen distinto de los regímenes que hemos conocido y conocemos usted y yo; por tanto, mi modesto libro es un pronunciamiento en contra de todos los regímenes que se adjudicaron la propiedad de la patria, y que va más allá, de quienes en lugar de educarla y re-educarla para engrandecerla, no hicieron sino perpetuar la ignorancia para aprovecharse de ella.


El aborto genera extrañeza?
Apreciada, Pilar, permítame abreviar el tema que abre el Capítulo IX del libro. Creo que no ha leído bien o en todo caso quizá algo la distrajo. De manera que sería bueno que releyera, ya que mi propósito no es confundir al lector sobre el tema del aborto, como usted imagina; puesto que no existe ni contradicción ni le falta claridad. Y si hay algo de qué comentar en su apreciación, es su propia extrañeza por lo que en la obra yo haya incluido el tema del aborto. Ya que al respecto, no sólo muestra su extrañeza, sino además cuestiona el por qué de la inclusión.
¿Sabe, Pilar? Su extrañeza y su cuestionamiento, es la forma de expresar lo que en el fondo refleja la formación que le dio la escuela, el tipo de instrucción que asimiló, y el concepto de la 'educación' del que posee. Por eso se extraña y se sorprende con el tema del aborto, y dice que no tiene relación con el tema tratado en el libro; sin embargo, termina proponiendo que el aborto debe de ser encarado como un problema social y ser despenalizado.
Como verá, Pilar, sus propios argumentos explican el concepto que usted tiene de la 'educación'. Por tanto, cree que el aborto no forma parte de uno de esos tantísimos asuntos de educación. Piensa que la propia prevención del aborto no pasa por asunto educacional; y no advierte, que incluso, los propios problemas sociales serían mucho menores si en el país hubiera educación de verdad, y no, una instrucción mediana que usurpa el lugar de educación. De modo que, ése es vuestro gran problema, estimada maestra.

¿El folclor es futuro?
En cuanto al folclor no es tanto el rechazo que yo pueda sentir, Pilar. Además, el folclor no tiene una sola acepción. De modo que cuando usted dice que debo observar que el folclor es más que el arte, se apresura demasiado, porque lo que principalmente cuestiono en la obra es, la música y la danza. Pero, tampoco creo en que un pueblo sin 'floclor' no tenga futuro, ni es verdad que la autoestima tenga que ver con el pasado. Estos argumentos, no son sino, efectos propios de la instrucción, evidentes resultados de la inculcación y la repetición mecánica; en consecuencia, es difícil que soporten un análisis serio y riguroso.
Veamos: pues un pueblo es un conjunto de seres pensantes; por tanto, mientras estos seres tengan la capacidad de pensar, tienen todo el futuro, por cuanto el pensamiento es el único que crea, construye y orienta. Y, si nos remontamos a la historia de la aparición del propio hombre, sería un insalvable paralogismo si aseguráramos que aquel ser tuvo 'futuro', gracias a su 'folclor' que representaba su 'memoria', cuando es tan evidente que el hombre aparece sin cultura, sin folclor y sin memoria, o sea, sin nada, únicamente provisto de su incipiente sapiencia, y que luego, es él quien los crea, construye, y... sigue creando.


¿El pasado eleva la autoestima?
Tampoco es cierto que tengamos que conocer nuestro 'pasado' para que nuestra autoestima sea 'elevada'. Pues, no. La autoestima es la construcción consciente y racional del ser pensante, del sujeto que sabe de su existencia, que es consciente de su capacidad, y que conoce del valor que representa en el espacio que ocupa. Así que, el 'pasado' tiene que ver muy poco con bajar o 'elevar' la autoestima. En todo caso, veamos a la mayoría de nuestros compatriotas que hablan y pontifican sobre nuestro gran pasado imperial; sin embargo, creo que no se les percibe ninguna autoestima ¿verdad?


¿Posición ideológico-política
Estimada, Pilar. Su preocupación por la supuesta posición ideológico-política, no hace sino revelarme, que usted sí, se ha dedicado a analizar la obra, estrictamente desde esa visión. Y, consecuentemente ha perdido la objetividad del contenido del trabajo. Sospecho que por eso no entendió la intención principal de la obra, porque en el largo comentario que se ha dignado a escribir, no he encontrado una sola línea sobre el objetivo central del libro. Pues, a este respecto debo aclararle, que este libro no contiene una posición política ni ideológica en el concepto estrecho de la palabra, sino en el término más amplio y universal. Desde luego, sus discrepancias parciales o totales, son claras evidencias de un análisis ideológico-política (limitada) a una propuesta planteada con visión estrictamente humana y universal (ilimitada).
Veamos lo que sostiene. Por ejemplo, usted dice que sólo teniendo la 'identidad' podemos saber 'quiénes somos, de dónde venimos y qué queremos'. Pues, la premisa que plantea, me lleva a suponer que usted todavía está pensando en términos de procedencia, color de la piel, creencia religiosa, diferencias de diversas índoles. Bueno, en la relatividad de tiempos y escenarios, así como de niveles culturales, su apreciación creo que resulta válida; pero lamento decirle que el libro no trata esos micro temas, porque sobre esos asuntos ya se han escrito muchísimos libros y abundantes libracos. Así que permítame manifestarle, que, de la forma casi trágica como lo plantea, es como si usted no supiera que nuestra identidad universal es el de ser 'humano', y que somos bípedos y terrícolas, que venimos del mismo árbol de la hominización, y que queremos la paz y la felicidad de todos nuestros congéneres que habitan en este planeta llamado Tierra.
Como verá, Pilar, aquí la diferencia no es porque se trata de desechar lo sustantivo por lo adjetivo, no. Lo que ocurre es que aquí se produce una colisión de niveles de visión. Por un lado, lo nacional, lo patriótico, lo étnico, lo cultural, etc. (mirar sólo a lo suyo); y por otro, lo humano, lo cosmopolita y lo universal, que significa ver a la especie humana en su conjunto. En otras palabras: no se trata de ver sólo a algunas hojas del árbol de la humanidad, sino todo, quiere decir: desde la raíz hasta la copa.
Respecto al tema en cuestión, creo que con este último párrafo queda aclarado todo su dignísimo comentario. Sin embargo, en vista de que usted es tan osadamente provocadora con sus argumentos, me permito plantearle algunas interrogantes: ¿Usted se habrá puesto a pensar alguna vez y de veras sobre la humanidad? ¿Habrá meditado alguna vez sobre el fin (de finalidad) de la vida humana? ¿Su lucha será tan sólo por una clase de sus compatriotas, o será por todo el género humano? Ya que según sus comentarios, pareciera que sólo hablase a favor de un sector, de una clase o de una raza; consecuentemente, pierde de vista lo humano y universal de lo que trata el libro. No lo digo yo, lo dice Oswaldo Reynoso.


¿Rechazo al quechua y aymara?
Apreciada, Pilar, ¿cree usted que el libro rechaza el idioma? Pues en absoluto. Es más, en la página 181, literalmente dice: «... el idioma nativo merece el mismo grado de respeto que otros idiomas...». Entonces, ¿dónde está el rechazo? Lo que habla allí, es de la exclusión por asunto idiomático, que es otra cosa. Pero si a pesar de todo, usted insistiera en 'informarme' como dice en su comentario sobre la existencia de la cantidad inmensa de libros en Quechua y Aymara; entonces, le ruego que por favor dígame en dónde puedo conseguir por lo menos tres de los siguientes títulos: La República de Platón, La Política de Aristóteles, El Discurso de Método de Descartes, El Criterio de Balmes, Paralipomena de Schopenhauer, Espíritu de las leyes de Montesquieu, Crítica del juicio de Kant, Tipos psicológicos de Jung, El yo y el ello de Freud, Los miserables de Víctor Hugo, La Niebla de Unamuno, Cien años de soledad de García Márquez, Páginas libres de González Prada, La teología de la liberación de Gutiérrez, Amistad funesta de Martí, Introducción a la filosofía de Salazar Bondy, La conversación en la catedral de Vargas Llosa.
Y, si le resultare difícil de decirme en dónde pudiera conseguir por lo menos tres de estos títulos, no haría sino, confirmar lo que dice la obra Carta a mi maestra. De modo que esa supuesta defensa por los idiomas: Quechua y Aymara, no sería sino, una posición a favor de la privación de estas maravillosas obras a los quechua y aymarahablantes; consecuentemente, usted Pilar, tal vez sin quererlo, estaría a favor de la perpetuación de la exclusión por asunto idiomático; puesto que lo que hace el libro es justamente advertir eso y nada más.
Sobre los idiomas, hay algo más que observar. Pues hasta dónde he podido investigar, tanto el quechua como el aymara, carecen no sólo de fonética propia, sino también del abecedario propio, por eso para pronunciar o escribir una palabra quechua o aymara, se hace uso de la fonética del castellano o español. Así lo confirma la Gramática funcional del idioma quechua de Mario Galicia Panica. O sea, el quechua y aymara son idiomas castellanizados, pero bueno...

La dimensión de la educación
Así que, Pilar, no es como dice usted, que el autor del libro desee borrar de un solo plumazo todo el pasado o la historia. Lo que ocurre es, que la ilustre comentarista del libro parece que no ha advertido la verdadera dimensión de la educación que es de naturaleza universal, cuyas únicas reglas son: la lógica, la ética y la estética, instrumentos que no tienen color político ni olor ideológico. Por eso, el libro es rigurosamente desalienante como han coincidido en señalar los cuatro intelectuales que presentaron la obra.
Sin embargo, al abordar sus observaciones o críticas, estimada Pilar, yo no puedo caer en la tentación de repetir sus argumentos: «ese es su modo de pensar» o «esa es su manera de pensar». Pues ese tipo de fáciles argumentos de naturaleza falaz son recursos que usan los 'políticos' para descalificar a sus adversarios y a fin de escamotear los fundamentos razonados y verosímiles de sus alegatos o cuando se dan cuenta que un razonamiento sistemático termina por desnudar la falsedad de sus prédicas.
Finalmente, Pilar. Al margen de sus diferencias y coincidencias con el contenido de Carta a mi maestra, le reitero mi infinito agradecimiento por sus sinceros e hidalgos comentarios. Por usted, mi simpatía, afecto y mi respeto.
Joan Guimaray Molina